Desde
que el hombre tiene conciencia de sí mismo y de su entorno, se ha preguntado
por la finalidad de su ser, de su existencia, de su vida. Ha intentado darle
una interpretación a las cosas que lo rodean, al mundo que se expande más allá
de su campo de visión; en fin, se ha preguntado por la realidad. De igual modo
al interactuar con su medio, el hombre ha creado modelos para tratar de
explicarse el porqué del mundo, ha ensayado diferentes estrategias para tratar
de apropiarse del sentido y de la razón de las cosas que lo rodean. Por todo
esto, Aristóteles afirma que el deseo de conocer forma parte de la naturaleza
del hombre. Efectivamente, desde la antigüedad el hombre sintió la necesidad de
explicarse el origen de los seres y de los fenómenos, Por ello inventó mitos y
relatos legendarios que narran la forma como los dioses crearon y dieron forma
al mundo ya la especie humana. Esos relatos fueron transmitidos de generación
en generación, sin alteraciones, incluso con idénticas palabras y, generalmente,
estuvieron asociados a la religión, formando parte de sus creencias. Sin
embargo, con el transcurso del tiempo, el hombre se percató de que las fuerzas
naturales tenían una explicación racional en sí mismas, entonces se dio la tarea de buscar lo esencial de las cosas,
no ya en las historias de los dioses, como lo hacía el mito, sino haciendo uso
de su capacidad razonadora para llegar a una explicación bien fundada de la
realidad. Esta búsqueda dio lugar a la filosofía que, desde entonces, pretende
explicar el sentido y la finalidad de todo aquello que conforma el mundo
humano.
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